En una especie de pseudo-ataque consumista, me fui pa'l barrio chino... Y compre muchas cosas como un pintalabios (mi mamá insiste en que es más fashion lápiz labial pero me suena a hipócrita), unas orejas de conejita playboy (mi mamá insiste en que tiene una malla enteriza color carne para completar el disfraz), un roll de sushi (un consejo: nunca sigan sus ganas de probar cosas nuevas), unos snacks de camarones que en realidad tienen gusto a humo y azafrán que tienen letras chinas en el envase y, de más está decirlo, están compuestos de todo menos de camarones, unos lentes de sol rojos para evitar futuros incidentes avergonzantes en transportes públicos y un Sea Monkey, del cual voy a hablar en detalle a continuación.
En realidad no es un Sea Monkey, es como un juguete de tamaño entre normal y mediano, que se expande al entrar en contacto con el agua, pero hay que esperar unos días... después se hace tan grande que se desintegra y hay que hacer una biopsia. Mi amiga Camila tuvo un choclo y lo vio nacer, madurar y morir. Así, tan simple como la vida misma. Por lo tanto me compre ese pequeño bebe tortuga (para pesar de mi madre) y otra de mis amigas compro una mantis religiosa para hacerle compañía.
Lo que me sorprendió fueron las indicaciones en el paquete: "Do not swallow". Me pregunto a quién se le habrá ocurrido tragarse un Sea Monkey alguna vez... y también qué pasaría... imaginen una ecografía de estómago con forma de tortuga gigante... imaginen cómo iría creciendo en su paso por la faringe y el esófago... el tamaño que alcanzaría a la altura del intestino delgado... Es brillante... Dice también que se expande un 600%, por lo cual podría pasar que sea tal su crecimiento desmesurado que alcance enseguida las proporciones de cualquier órgano vital y lo haga explotar, y entonces saldría toda la bilis y el jugo gástrico. Lovely.
Por suerte tengo el privilegio de superar los tres años y poder criar un Sea Monkey de este tipo. A veces no nos damos cuenta de lo afortunados que somos, pero realmente hay que ver las cosas buenas que tenemos, así sea una tortuga de gomita que está esperando su oportunidad para llenar una pecera improvisada de felicidad.
En caso de que les haya interesado el tema les dejo fotos del proyecto choclo, llevado a cabo por mi colega Camila y su compañera Ailen. ¡Qué las disfruten!
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