Esto va a dedicado a todos los que se quejan de la lechuza que se encuentra actualmente en el margen superior izquierdo del blog y tira corazones (y para quien quiera leerlo metafóricamente). Debido a que soy aficionada a inventar excusas anecdóticas para justificar detalles de cualquier índole de mi vida, paso a explicar el motivo (inventado - chamuyado sería más preciso si el lector se encontrara más familiarizado con dicho término) por el cual decidí poner la lechuza ahí. Hay dos teorías (previamente debo decir que uno de los pasatiempos que predomina entre parte de mi grupo de amigas es inventar un conjunto de teorías absurdas para hechos irrelevantes, justo como lo que acontece en esta entrada) que puedo postular para explicar lo mencionado anteriormente. La primera puede ser considerada empíricamente más cercana a la verdad, sin embargo, con ella se terminaría la discusión. Es la siguiente:
1. Puse la lechuza ahí porque se me canto la gana. Y además porque soy muy cursi y adicta al color rosa chicle y a los widgets infantiles para blogger (aunque no quiera admitirlo)
La segunda hipótesis resulta mucho más atractiva. A partir de ella iré derivando el tema por caminos hasta el momento insospechados:
2. La lechuza es considerada por los griegos como símbolo de la sabiduría, ya que representa a la diosa Atenea - entre nos. la fan Nº 1 de Ulises. Dado que mi nombre proviene del griego Σoφíα (esos arabescos en cristiano se pronunciarían “Sophia”), que es traducido al español como “sabiduría”, podemos establecer una relación entre mi nombre y la lechuza tan acosada por la insaciable crítica.
Mi análisis no termina acá. Etimológicamente hablando, filosofía es una palabra que contiene dos: philos y sophia (en griego: φιλο y σοφία). Así como el griego σοφία se traduce al español como “sabiduría”, el griego φιλο (philos) se traduce como “amor”. Es decir, la filosofía es el amor a la sabiduría. La filosofía es el amor… ¡A mi!
Yéndonos a un extremo completamente opuesto al tono intelectualoide que venía adoptando hasta el momento, el lunfardo popular de algunas provincias acostumbra llamar “filito” a una persona con quien mantenemos una relación, en general sin compromiso, de índole amorosa. Es un sinónimo de “chongo”, un poco más moderado. Por lo tanto, filito (del griego philito) sería amorcito.
Y la pregunta final: ¿Cuál es la situación actual? En este momento soy Sofía, solo Sofía, sin filos. Casual-o más bien causal-mente, soy sabia, por eso me mantengo lejos de los filos. Si el lector tiene conocimientos previos en relación a mi vida podrá entender a qué me refiero con esto de la filosofía y por qué este análisis tan meticuloso de cada término griego que compone la palabra. Irónicamente, la lechuza (sabia) tira corazones (amor), lo cual contradice un poco la postura presentada en esta entrada. La cuestión principal es divertirse mirando la realidad desde una perspectiva etimológica y, si nos descuidamos, pragmática.
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