Es increíble la cantidad de ideas que mueren en nuestra cabeza diariamente. El número de pensamientos que prometemos anotar y pasan de largo sin pena ni gloria, quedan olvidados en el musgo de la inconciencia flotando entre sus hermanas despreciadas. Sin ir más lejos, esta idea sobre las ideas se me había ocurrido hace mucho tiempo pero nunca había tenido suficiente voluntad para desarrollarla. Tal vez eso nos ayuda, sacarse de encima algo que tenemos rondando desde hace tanto… y qué mejor forma de hacerlo que escribiéndolo. Pero algunas, algunas preferimos guardarlas, quizá para más adelante o para siempre… ¡qué gran egoísmo el del escritor! Sólo él conoce cada recoveco de su mente, sólo el deshecha éxitos en potencia sin saberlo. Es el único capaz de dejar a generaciones en la oscuridad, o al menos en una tenue luz menos luminosa que la que hubiera sido si hubiese llegado a la humanidad su relato. ¿Cuánto habrán callado? ¿De qué nos habremos perdido? Me da un escalofrío de solo pensarlo… y sin embargo sigo ocultando.