viernes, 23 de abril de 2010

Receso literario

Últimamente se vienen dando una serie de transformaciones en mi rutina. Dichas modificaciones también repercuten en mi estado de ánimo, mi manera de mirar las cosas y hasta el funcionamiento de mi cerebro. Estoy comenzando a automatizarme, ya no me siento un ser humano, sino un robot programado para realizar tareas constantemente. Con cada pulso estoy procesando lo que viene en el siguiente, y, por otro lado, no pienso más que en el presente para que no me agobie. Hoy, escuela. BI de historia hasta las 16:30, perder al menos media hora en fotocopiadora. Plaza Italia a comprar libros. En este caso hacer camas no me tocó, mientras tanto pensar: BI de literatura: esquema trabajo dos y terminar el uno, BI de historia: pensar de qué se va a tratar mi trabajo y para eso leer para conocer algo de historia y también leer Hobsbown, tarea de literatura, leer Muerte accidental de un anarquista. Todos los días se añade una serie de eventos parecidos a estos: siesta, quejarse, quejarse, sueño, pie pesado, ducha, ciega a citas, imprimir algo, dormir. En el caso de el ya pasado jueves me quedé dormida arriba de la mesa de la cocina utilizando un recién comprado diccionario de inglés como almohada y rodeada de fotocopias a medio hacer, cuando me desperté completamente desorientada y vi que el reloj marcaba las siete y media comencé a gritar expresiones de negación pensando que me había quedado dormida en el desayuno y llegaba tarde al colegio. Sólo me di cuenta cuando lo vi a mi hermano en la computadora y aún tardé unos minutos en reaccionar completamente. No se cuánto tiempo más voy a aguantar así, este no era mi objetivo. Un ser humano no puede vivir solo de estudiar y pensar que tiene que seguir estudiando; ojala lo entendiera mi mamá, ojala pudiera priorizarlo yo. Sólo se que hoy caminaba por Avenida Santa Fe completamente ida, solo parando cuando el semáforo me lo indicaba, con un constante murmullo interno que decía: a ver hoy haces esto, mañana lo que te den hoy, después no hay que olvidarse de lo otro… Me gustaría desmayarme o que me saliera un sarpullido del estrés y el cansancio para tener una excusa para abandonarlo todo; algo que demuestre por fuera lo que siento por dentro. Ni siquiera tengo tiempo de escribir salvo a esta hora, cuando generalmente sacié todas las urgencias que requieren mi atención. Y esto recién empieza… estamos en abril.

jueves, 22 de abril de 2010

 
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