No puedo entender todavía como te convertiste en algo tan importante con tanta rapidez, como me llenaste de vos en tan poco tiempo. Es difícil de explicar pero cuando estoy al lado tuyo todo lo malo se va y no duele. No duele pasar por la calle de su casa si puedo sentirte cerca mientras hablamos de cosas triviales como el daltonismo o las profesiones de nuestros viejos. Y es que es tan fácil como respirar. Pero tengo miedo de enamorarme y ser la única de nuevo, aunque siento que hay algo mutuo… tal vez porque nunca ningún chico me trato tan bien como vos, porque no jugué al futbol con una botella ni tiré piedras al río, porque nadie me escuchó tan atentamente desinteresadamente. No se por qué será pero siento que hay una conexión más allá de las palabras o lo físico, como que es algo natural… o puede ser que nos parezcamos más de lo que creemos. Puedo acostumbrarme a escuchar tu música que jamás me gustaría si fuera otra la ocasión como vos a la mía, porque hay otras cosas más allá de los gustos que nos unen. Los dos somos puntuales y estamos solos y creo que ambos queremos darnos la mano aunque no nos atrevamos a admitirlo… pero, sobre todo, los dos descubrimos hace pocos días a perdernos por los lugares recónditos de la ciudad y escuchar música tirados en el pasto. Me repetías que no sabías que eso existía y sé que es verdad, yo tampoco sabía que estar con alguien del otro sexo que te gusta no requería sentirse incómodo, ponerse colorado y sufrir como un desgraciado. Jamás la pasé tan bien en compañía de gente simple como vos que puede exponer sus creencias sin juzgarte. Creí que todos ellos tenían novia, estaban en otro planeta o no les importaba. De cualquier forma encontré en vos lo que buscaba, lo que necesitaba: alguien que me necesite a mi.