lunes, 5 de diciembre de 2011

Me destruye pensar en todo lo que fuimos. En esos momentos en los que no importaba nada, en los que se notaba que me amabas en cada sonrisa, en cada poro, en cada fibra de lo que sea que te conforme. Y cuando estaba con vos era el desborde, era la plenitud. Me oprime el pecho recordar mi propia felicidad. Cuesta ahora pensar que eso haya existido una vez, que yo no haya sido una muleta, que yo haya sido prioridad, que pudieras prometerme cosas. Es increíble lo natural que era lo que ahora queremos forzar... no se cómo alguna vez pensé que yo te podía salvar de vos mismo. Y ahora lo único que veo es que soy un obstáculo en tu camino de compromisos personales que no me incluyen, no me siento ya en tu vida. Ni tu propia vida te pertenece... sos un anexo de un dolor entre propio y ajeno. ¿Qué te estoy exigiendo? No tengo derecho. Y ojala tuviera alguna seguridad, ojala no me aferrara tan desesperadamente a la persona que conocí, no se si porque quiero quedarme con vos o porque lo necesitas... ¿O no? Ya no se nada. Ni vos sabes, ni vos podes decirme que te sentís como antes, ni vos podes pedirme que no me vaya. Y aca me quedo, esperando.

1 comentario:

Autodestrucción dijo...

El olvido no existe si todo está escrito en la piel. Escribi un día.
Quizás esperar no sea la solución. Ojalá tuviera seguridad decis, yo apuesto a que la tenés muy adentro tuyo. En algún lugar.
Deberias mirar bien para adentro. Tratar de seguir.

 
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