lunes, 8 de abril de 2013

Moleskine 14 (o "anteojos nuevos")

Parecería que no es justo tener derecho a ver cada partícula de polvo, cada arruga en la cara de una mujer, cada frunce y cada pliegue de una boca o una mano. El miope de siente azorado, se encuentra cohibido por imágenes nítidas de un universo que no parecía destinado a él. Y sin embargo ahora todas las calles tienen nombre, todas las hojas se mueven en su individualidad, los objetos recobran su contorno y dejan de ser amenazantes. Surge un nuevo pasatiempo: pararse en una esquina y medir las dimensiones, calcular las distancias, inventariar los rostros y formar palabras con las patentes de los automóviles. El miope pasa de su mundo de metro y medio a la vastedad absoluta. Hay cierto pudor, cierta nostalgia encapsulada, cierto arrepentimiento: "¿De qué me habré estado perdiendo?". Jamás lo sabrá: el miope olvida, entre la niebla de sus ojos, los bocetos inacabados que lo rodearon alguna vez.

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