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jueves, 14 de enero de 2010

Volver a Gesell es...

Sacarme el pijama por quince días
Caminar más de lo que caminé en todo el año
Comer muchísimo… panchos, churros, "cotton candy" (nieve, algodón o copos de azucar), sorrentinos…
Reírme de casi cualquier cosa
Comprar libros a precios bajos y terminarlos antes de volver
Meterme al mar apenas llego
Dormir la mejor siesta el primer día por no haber podido pegar un ojo en todo el viaje
Escuchar los pájaros de día y los grillos de noche
Intentar aparentar 18 años con mucho esfuerzo para pasar en los boliches
Jurar de nuevo no volver a salir solas de a dos a bailar
Pensar en la gente que quedó en Buenos Aires/otras partes de la costa/otros países/otras provincias
Gastarme el crédito en llamadas a mis amigas

Pero más que eso… volver a Gesell es sembrar de nuevo la esperanza de que este año voy a tener anécdotas para contar. Pero de las buenas, de las que la gente no crea que me pasaron. Es imaginarme que me espera medio mes de sorpresas en donde cualquier cosa puede suceder… Es despegarme de esta casa y de esta computadora y pensar que realmente me pierdo de algo mejor, eso es volver a Gesell, o al menos eso debería ser...


miércoles, 6 de enero de 2010

Sol y lluvia discuten:

Nos gustan los días soleados porque el que los proporciona es el astro más importante del universo. Todo gira alrededor suyo. Los finales felices lo adoptan en casi todas las ocasiones. La gente feliz también. La lluvia se parece demasiado al llanto. La asquerosa humedad deja como consecuencia la pesadez del alma. En cambio, el sol es pura esperanza. Sin sus propiedades no viviríamos. Nos otorga vitamina D y calor. La tormenta es agua que sale de los ríos y no vale nada. El sol ha existido desde antes y sigue brillando, opaca a las tristes nubes que lo único que quieren es aguar el picnic de la dicha. Y si no fuera por nosotros, ustedes no existirían. El astro rey se encarga del proceso de evaporación que hace que sus amiguitas condensen luego, en forma de terribles chaparrones. Es el responsable de cualquier fenómeno. Si no fuera por él, el desierto sería aún más hostil, el polo sur causaría peores hipotermias. La noche es sólo una denominación para cuando él se oculta. Durante el día aparece, orgulloso. Absolutamente todos los cuerpos celestes están a sus pies.

El sol es molesto en todo sentido. Se la pasa carcomiendo el barniz de cada pobre puerta que se interpone ante él. Nos hace sufrir el sofoque de las altas temperaturas, complica la vida de la mitad de la población: emos, góticos y hasta metaleros. Esa pobre gente sufre de calor las 24 horas del día, como si el arrogante los discriminara por vestirse de otra forma, los castigara. Para no salir lastimado hay que encremarse la totalidad del cuerpo antes de presentársele, caso contrario, destruye la piel y hasta la cordura. Pero dejemos de hablar de sus innumerables fallas y toquemos al fin el tema que nos apaña. Gracias al agua vivimos y si no fuera por la lluvia no habría renovación, ni siquiera quedarían vestigios de ella por ningún lado. Si bien los dioses adoraban a la engreída bola de fuego, no le hacían danzas como a nuestra querida lluvia. Desde tiempos inmemoriales se la vio como símbolo de fertilidad y continuidad de las especies. Su olor particular es preferido por casi todos, excepto claro, los raros como ustedes. Hasta hay vestimenta para los días de lluvia, ¡Y es tan simpática! botas que chapotean, paraguas de colores, guantes con dibujitos, bufandas tejidas por seres queridos.







(Yo soy partidaria del sol...)

 
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