lunes, 18 de octubre de 2010

Rubik boy

Está ahí, dando vueltas desde ayer. Sí, voy a caer en lo inevitable, voy a escribir sobre vos una vez más. Después de tanto reprimirte por no darme cuenta de que sos una parte mía. Casi puedo decir que la etapa obsesiva terminó, seguramente hace tiempo ya, pero era tan cómodo extenderla más y más… como dijiste van a ser cinco años que nos conocemos, y vos me cambiaste la vida. Tu claridad, tu seguridad, vos. Ayer no estaba siendo sarcástica cuando te dije (te escribí) que para mí eras un ente sobrenatural. Porque sí, estás más allá de todo… de todos. Sos único e irrepetible, y en cada mundo que se crea, en cada mundo que yo creo, las partículas están llenas de vos. Nunca me había alejado hasta ahora, y al alejarme cometí uno de los peores errores. No por alejarme, sino por lo que pasó cuando me alejé, cuando quise corporizar algún sentimiento y fui a buscar a alguien que lo hiciera. Vos siempre estuviste en el terreno de las fantasías más alocadas y menos correspondidas… y siempre va a ser así. Esas fantasías que, aunque irrealizables, eran inofensivas. Salí al mundo real y me pisotearon, desgajaron cualquier resto de confianza en el prójimo que había adquirido. Y fue ahí cuando pude ver, verte con claridad…

Entenderte es imposible, eso ya lo se. Pero Drexler canta “…prefiero mucho más verte vibrar así, que descifrarte”, bueno, ya sabes… eso es lo que me encanta. Me encanta que seas incomprensible, complicado, rebuscado. Necesito una montaña rusa, no quiero simplicidad, me niego a entregarme completamente a un sentimiento prefabricado. Sos puro, sos… sos él. Sos el nombre impronunciable. Más allá de que adore tus rasgos físicos y vea en ellos casi un ideal no es eso lo que me imanta. Es que refutes cada cosa que digo, que pienses, sos una cosa pensante, sos la teoría de Descartes puesta en práctica. Existís porque pensás, porque tenés ideas e ideales. No quiero a alguien bueno y tampoco a un cínico narcisista, ni siquiera a alguien lindo. Nada de eso vale la pena si no sos vos. Estar con vos sería el desafío más grande, y valdría mil veces la pena. Por supuesto se que sos inalcanzable… Sos un cubo rubik y estoy tratando de armarte, adoro mis intentos fallidos, destinados al fracaso desde el primer momento. Nunca tuve demasiada habilidad para armar cubos rubik, hay que pensar demasiado… yo no se pensar. La incompatibilidad absoluta sólo me tienta a demostrar que podría armarte y conservarte para mí. Y si no lo logro, o mejor dicho, aunque no lo logre, vas a seguir siendo todo.

Y ahora que veo todo esto a distancia, ahora que no tengo nada que perder, que tengo otras preocupaciones más graves que mi constante anhelo de tenerte… ahora puedo analizar mi comportamiento durante los últimos cinco años. No es casualidad… “…no te miré, pero te vi.” Vi eso que te empeñás en explicarme, vi adentro tuyo, vi tu verdad, vi más allá del bufón, aunque vos creas que no. Si algún día encontrás tus respuestas quiero que me las grites. Vos me motivás, tus palabras y tus actos me marcan a fuego. Sí, me voy a quedar solo con lo lindo. Y lo lindo, más allá de todo, sos vos.


lunes, 11 de octubre de 2010

Tienes un e-mail...

-Y por si unas palabras en tu monitor no son suficientes te voy a ir a buscar.-le escribió a la muchacha agorafóbica que pasaba sus horas escudriñando la oscuridad; con su pañuelo atado a la cabeza y sus gafas oscuras. La gente, esa masa de bacterias. El espanto del tacto,de la saliva, del amor. Era la fotografía su obsesión malsana. Ni siquiera era buena en eso pero le daba aunque fuera un mínimo margen de entretenimiento. Todas retrataban su rostro, aunque siempre cubierto por las gafas y el pañuelo con aroma a desinfectante. Había pedido una computadora por teléfono, y una cámara. En apenas cinco días lideraba las listas de Flikr, y planeaba no volver a salir nunca más de esa casa pulcra, pero con olor a encierro, olor a sótano embellecido, a cabina de titiritero. Se paseaba por los pasillos con la silla de la computadora y una botella de alcohol en las manos secas de tanto fregar. "Ojalá pudiera meterme adentro de esa computadora para no volver". A veces miraba fijamente sus fotos y se imaginaba dentro de ellas. Allí no podían hacerle daño, era todo una simple ilusión. Allí era quien ella quería. Allí la querían y el amor no requería las molestias e incomodidades, era un amor de primera dimensión, chato, cómodo, feliz. Pero perecedero. Cuando él la había visto comenzó a formularse la certeza dentro de sí. La haría feliz, a esa sombra, ese ente, porque él podía y solo por eso. Al principio era fácil aceptar sus reglas del juego, pero pronto la ausencia física se le hizo insoportable. Sin embargo, la negación era rotunda. Ella ya había decidido su estilo de vida, pasando dinero por debajo de la puerta, siempre con guantes de hule, estremeciéndose ante una mínima ráfaga de libertad. Le advirtió que se quedara en donde estaba, pero él no escuchó razones. Tenía su dirección, que había extraído de la guía telefónica, sólo hacía falta poner en marcha el automóvil. Ella lo esperaba, temerosa, conmocionada. La puerta estaba abierta. Tres zancadas bastarían. Ella se estremeció de nuevo, el suspiró de felicidad. Abrió los brazos y la sostuvo tiernamente durante algunos segundos, la sostuvo, hasta su último suspiro traicionado.
Gritando de angustia, de espanto, extrajo la daga sanguinolenta de su cuerpo innerte. Y lloró, lloró, lloró... porque la habían tocado.

Te odio.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Romeo estaba obsesionado con Rosalinda al extremo de la exageración. Pero era un amor no correspondido. Después conoció a Julieta, la hija de su peor enemigo. Digamos que "se le dió". ¿Y como terminó?


Moraleja: FUCK LOVE. LIFE SUCKS AND THEN YOU DIE.


Oia, me puse pesimista.



La verdad, la primera vez que leí Romeo y Julieta me quedé más enganchada con la historia de Rosalinda que con la de Julieta. Eso dice demasiado de mi, o al menos del momento que estaba atravesando hace tres años.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Sobre el hilo (Sentencia Musical)

El sonido se derrama por el marfil

Melodía apolínea, pulcra, perfecta

Una cadencia… una caricia

Lo puedo sentir, el sufrimiento…

La puedo sentir, la melancolía…

Dedos que juguetean rutinariamente

Deleitan, condimentan la noche pálida,

La noche cálida

Sobre todo, narran

Historias mudas, historias de silencio

El tiempo se detiene allí donde suena

Y al abrir los ojos con el último suspiro

Exhalado en ese lapso inconmensurable

Me doy cuenta, nos damos cuenta

Del eterno retorno o el retorno imposible

De la insignificancia del ser

De su carácter perecedero

Todo por ese sonido…

La melodía deja de ser pulcra

Se transforma en una sentencia

En la conciencia de la mortalidad,

De la precaria longevidad


Este es el poema que escribí para un concurso de la APOA.

martes, 7 de septiembre de 2010

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