jueves, 23 de febrero de 2012


Dicen por ahí que cuando se te cierra una puerta Dios te abre una ventana. Coincido con parte del dicho, pero creo que no es Dios, soy yo la que va abriendo ventanas a las patadas. O por qué no, puertas más dignas, más amplias... las puertas de la fama (?) Me niego a estar encerrada en un ambiente tapiado, oscuro y mohoso donde predomina la podredumbre. Yo decido qué puertas abro y qué puertas cierro, y ésa es la maravilla de la existencia (de la mía por lo menos).

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