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lunes, 10 de enero de 2011

Crisis interna (No de nuevo decía!)

No se que pensar... o sea, no quiero una relación. Pero no puedo evitar buscar a alguien que sería adecuado para mantener una, y ése es el problema. Porque busco a una persona con ideales e ideas, con algo para decir, con una opinión formada de la realidad y encuentro a alguien completamente superficial que no me llena y sin embargo... es mejor que nada. Me siento bien, la paso mejor, ¿Por qué eso no puede ser suficiente? ¿Por qué tengo que buscar algo que no necesito por el momento? Es que sí, necesito tanto asegurarme de que existe tal persona en el mundo... aunque ahora no la quiera tener, no la pueda mantener, no la sepa cuidar. Digo, él es perfecto pero... es irreal. Es reírse de un par de incompatibilidades y comer pizza en una bandeja. Tiene todo lo que cualquier mujer querría pero... no entiende. No le interesa saber de qué estoy hablando, no tiene ganas de ponerse a pensar cuál es el índice de desempleo, cuál es la alternativa al sistema capitalista, qué significa la religión, qué dicen los existencialistas... no tiene una vida espiritual tampoco. Y eso me genera muchísimas dudas porque me cuesta estar manteniendo una relación que se que no va a ningún lado, él condenando mi futuro hippiesta y yo sus prejuicios y su poca apertura a las cosas distintas a su mundo de gente bien vestida, de salidas descontroladas, de caprichos y de antojos. No solo eso, yo me maquino, todo el tiempo, como ahora. Él es espontáneo y la pasa bien, nada más. El problema claramente soy yo. Yo soy la que no entiende como funcionan las cosas, la que no puede mantenerse al margen, la imbécil que no sabe definir una relación sin compromiso. ¿Vos lo queres al otro? Bueno, malas noticias, el otro no te quiere y este sí. Es así amiga. Puede ser que sea así, que esté buscando al otro en las personas, que no le de oportunidad a nadie que no sea como él. También es cierto que para este yo soy una excentricidad en su colección de novias monótonas y homogéneas... yo soy la minita graciosa y ocurrente que se manda esos comentarios y tiene esas fotos y a la vez es medio intelectual... pero voy camino a convertirme en una hippie mugrienta de Puan que fuma porro a las cuatro de la tarde (según sus propias palabras) y, lo peor de todo, usa polleras con flores, se viste "mal". ¡Dios! a veces pienso: por qué salgo con esta persona. Después me acuerdo de que es lindo, de que me trata bien y de que sólo estamos saliendo... pero tengo un vacío en el pecho... necesito hablar con alguien en serio. Me encantaría tener la habilidad de no convertir lo extremadamente sencillo en un drama mexicano. Definitivamente, si fuera un superhéroe pediría tener ese poder.

martes, 2 de septiembre de 2008

Reflexión (depresión) del día

Hoy estaba en el colectivo y vi subir a una parejita. El chico era re lindo, tenía una camiseta de básquet y era musculoso, y la chica, rubia. Yo estaba en el asiento de atrás de todo, del lado de la ventana, escuchando el ipod, pensando en la nada y surgió un desafortunado hecho. El asiento de al lado se desocupó y la parejita se sentó allí (El sentado, ella sobre sus piernas). Y si, pueden decir que tal vez fue prejuicio o bronca pero esa muchachita era irritante, su voz estaba treinta decibeles más altos de lo adecuado y su acento no era de mi agrado. Así que procedí a subir el volumen de la música y trate de seguir pensando en nada… pero lamentablemente no me fue posible. Porque ahora los felices novios se besaban apasionadamente a centímetros de mi (casi diría pegados a mi ya que no había mucha distancia entre ambos asientos que digamos). Como si me lo hicieran a propósito, para molestarme. Yo pensaba por dentro “lalaalalaaa lalalalaaaa” pero en el fondo de mi mente tenía ganas de largarme a llorar. Sí, por la incomodidad del momento, sí, porque me di cuenta. Me di cuenta de que todos los chicos atractivos van a pertenecer siempre a ese tipo de estereotipo de mujer. Y también lo quise, debo admitirlo. Quise ser el amor de la vida de alguien. Quise que me dijeran hermosa por una vez, quise algo recíproco. Pensé en una situación en donde todas las mujeres de alrededor se daban vuelta para cuchichiar sobre su envidia, sobre mi buena suerte, sobre sus ganas de matarme. En una situación donde, además, eso no me importara porque los besos de esa persona tan importante me sacaran de la cabeza cualquier otro mal pensamiento. Pensé en que alguien me acompañara en los días de sol y me prestara su abrigo en un día frío, su paraguas en un día de lluvia. Me imaginé a alguien, ese alguien invisible, esa persona que todavía no conocí y tal vez nunca conozca. Esa persona a la que sí le importe, que no le importe su posición social o mi grado de ñoñez. Ese que no me presione y haga que su compañía fuera para mi tan grata como la mía para él.
 
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