miércoles, 22 de septiembre de 2010

Sobre el hilo (Sentencia Musical)

El sonido se derrama por el marfil

Melodía apolínea, pulcra, perfecta

Una cadencia… una caricia

Lo puedo sentir, el sufrimiento…

La puedo sentir, la melancolía…

Dedos que juguetean rutinariamente

Deleitan, condimentan la noche pálida,

La noche cálida

Sobre todo, narran

Historias mudas, historias de silencio

El tiempo se detiene allí donde suena

Y al abrir los ojos con el último suspiro

Exhalado en ese lapso inconmensurable

Me doy cuenta, nos damos cuenta

Del eterno retorno o el retorno imposible

De la insignificancia del ser

De su carácter perecedero

Todo por ese sonido…

La melodía deja de ser pulcra

Se transforma en una sentencia

En la conciencia de la mortalidad,

De la precaria longevidad


Este es el poema que escribí para un concurso de la APOA.

martes, 7 de septiembre de 2010

TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero
TequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequieroTequiero

martes, 31 de agosto de 2010

Dos pares de huellas en la tarde

Sosegadas por el arte


Dos pares de huellas en la tarde

Que se esquivan pero quieren encontrarse


Se reservan su infraestructura

Para la cíclica noche inestable


Como necrófagos de su propia carne

Las palabras arden


Las palabras arden, ellos esperan

Un ritual indescifrable


Las palabras urgen, se desesperan

La promesa inquebrantable


Las campanas suenan risueñas

Se burlan de los amantes


A veces querrían seguir siendo solo

Dos pares de huellas en la tarde

martes, 24 de agosto de 2010

Ando ganas de... mandar todo a algún lugar sin retorno

La solución es el nihilismo. Muchas veces la sensación de que todo está al borde de un precipicio me acecha, me ahoga, me desarma. El necesario compromiso inminente de cual debería formar parte es un llamado constante a las puertas de mi conciencia. Y sin embargo, no puedo. No puedo quejarme, no encuentro la clave en la queja. No veo como algo tan poco productivo como la amenaza constante, la contradicción constante, puede ser una opción. Es ese tira y afloje. No me dan ganas. Me muero de ganas, pero no me dan ganas. No me dan ganas de comprometerme si al lado mío hay gente que imita a una figura de la política que está trillada y recontra trillada, sin necesidad. La mayor parte de la audiencia no sabe, no entiende. No reconoce en la palabra “compañero” el símbolo de algo. Ni siquiera quien lo dice con tanta seguridad fingida lo conoció alguna vez. Cosas, pequeñas cosas que no me convencen. Ellos nunca me convencieron, porque los conozco. Porque la intolerancia es su estandarte escondido, porque manejan. Porque se asemejan a los políticos, y los políticos no me gustan. Porque piensan que tienen más derecho que otro por una cuestión de votos.

No es ese el único problema. Hay otras decepciones que influyen. Siempre vi en él una figura de respeto, de convicción, de ideales. Me va defraudando lentamente, imparable. Es una piedra rodando desde la cima de una montaña, no puedo detenerla, no puedo. No se sus verdaderas intenciones, se asemeja a los otros cuando me habla de desaparecidos y de dictaduras y de problemas graves “de verdad”. Como los otros, también se cree superior. Lo peor es que no sé a quién representa en toda esta historia. No se si es el héroe o el villano. Y más allá de eso, ¿Yo qué puedo hacer? Después de todo es lo que es, no puedo pasar sobre él. Cuando habla de los pendejos de mierda me encantaría ir corriendo a denunciar la hipocresía. Sí, aspiro a ser escritora y me encantaría mandar a todos ustedes, corruptos, al carajo. ¿Vieron que linda que soy, que educada? Él también los odia, él también piensa que sus reuniones son aburridas, él también se caga de hambre. Él es un zurdito, pero ahora hace buena letra para caerles bien…. Y no se hasta qué punto. No se a quién está engañando. No me extrañaría que fuera uno de ustedes.

Y yo misma, y mis dos caras. Mis dos caras que tironean, representadas por tantas posturas como estrellas en el cielo. A veces participar no es una opción. A veces es mejor quedarse al margen, antes que formar parte de algo que no se cree, o condenar algo que se apoya en silencio. A veces es mejor abocarse a lo que uno sabe, callar y bajar la cabeza, esperar tiempos en los cuales sea una obligación decidir, aprender de ello. No apresurarse, no querer crecer de golpe. Se que algún día voy a estar lista para devolver algo de lo que se me dio, y cuando lo haga no va a ser reclamando, no va a ser chillando y pataleando, va a ser algo que salga de mi, va a ser algo producto de mi naturaleza y no de seguir consignas ajenas. Puede que algunos no lo entiendan, o crean que omitir es expresar disconformidad. No es así. Los que omiten son los que están esperando para hacer un cambio diferente, no se si mejor o peor, pero diferente. Los que omiten son los que se debaten interiormente todo el día, los que tienen más interés del que aparentan.

lunes, 23 de agosto de 2010

Danzarina en la caja de cristal

Elipse infinita, círculo irreal

Mientras la música suene

Afuera es otro lugar


Aislada damisela

Ignora dónde está su lealtad

Mientras la garra no la pinche

En su burbuja permanecerá


Pero la garra es traicionera

Pero la guerra es infernal

Cuando la burbuja pinche

Desprotegida estará


Los caminos se bifurcan

Ya lo dijo un buen señor

Allí está la encrucijada

Digna de tanto temor


Por momentos oye voces

O un silencio sepulcral

La princesa confundida

No quiere su libertad


Libertad es elección

Es sangrado espiritual

Son los vidrios astillados

De su caja de cristal


Por eso pone cerrojo

Ignora toda señal

Mientras la música suene

Afuera es otro lugar



domingo, 25 de julio de 2010

El refugio de la casa

Hace tiempo ya que la casa está quedando chica. Así que esta semana empezaron los trámites de la mudanza. Hoy fui a ver dos casas, a apenas tres cuadras de mi actual… y es algo sumamente interesante… claramente refleja parte de la personalidad de sus ocupantes. Por ejemplo, la dueña de la primera vivió en esa casa durante toda su vida, su padre la construyó y tenía un montón de trucos especialmente pensados, detalles quizá, pero muy personales. La chica (de apenas veintitrés años) nos iba contando anécdotas de la casa, que estaba en muy buen estado, se notaba que no era simplemente un lugar transitorio sino que en ese espacio se amontonaban los recuerdos de toda una vida. La puerta tenía una llave especialmente fabricada por el padre, varias rejas internas, persianas de madera, todo por motivos de seguridad. Mientras nos iba enumerando las facilidades de la casa acompañaba cada una con sus motivos: “Este baño al lado del patio lo hicimos porque mi mamá era fanática de la limpieza y no quería que saliéramos de la pileta y le mojáramos la casa”; “El portón era de un negocio, se abre con un motor, antes mi papá tenía un control remoto, ponía a abrir la puerta, se iba a dar una vuelta a la manzana y volvía”; “Nosotros acá teníamos el comedor y arriba el living, por ahí debería haber sido al revés”; “Mi hermana quiso pintar esta habitación de azul y parece que se achicó el espacio”; “Esta era mi habitación que compartía con mi hermana y siempre tuve ganas de hacer un entrepiso porque nos llevábamos siete años y ella hubiese jugado abajo mientras yo estaba arriba, así no me molestaba”; “Mi mamá usaba el bajo escalera de alacena”, “Esta luz de acá la puso mi papá para prenderla cuando nos íbamos a dormir, así podía ir al baño a la noche”. Además nos enteramos que la casa fue construida en el ’88, se notaba en detalles como los muebles de cocina de puertas naranjas, pero todo siempre muy bien mantenido. Ahora hablando de mi sensación, estuve todo el día imaginándome la infancia feliz de las hijas del hombre, como envidiándola un poco, hasta le tomé cariño a la casa. Supongo que al transmitirme la fuerte carga emocional que guarda, la chica me hizo creer que yo podría pasar buenos momentos en ese lugar.
Caso contrario fue la segunda casa. El frente era más vistoso, pero no es necesario que repita que no todo lo que brilla es oro. Un hombre estaba arreglando un auto viejo cuando llegamos, en la puerta. Entramos y había dos perros, uno ladrando como loco. La mujer gritaba “MACUCA, VENI PARA ACA, COMETE LA GALLETITA” y trataba de sacarnos la perra del paso a medida que avanzábamos. Pero eso no era tan grave. La casa en sí, estaba descuidada. El living estaba bastante bien… pero había un patio con un poco de… era barro, sin plantar, pisoteado por los perros. Una parrilla y muchos cacharros amontonados en un rincón, todas las paredes llenas de manchas (presumo que de las pisadas de los perros), la cocina: las puertas de las alacenas rotas, un horno empotrado, viejo, mugriento, todo estaba tan… sucio. Había olor, un olor característico, a viejo, a la casa de mi abuela Elda cuya cocina siempre estuvo llena de cucarachas. Odio ese olor. La mujer dijo “Acá está el garage, pero mi hijo esta durmiendo porque no quiere tener habitación y prefiere dormir acá… ay estos hijos adolescentes…” y ahí estaba el hijo entre frazadas en su “bunker” (después haciendo cálculos nos dimos cuenta de que en realidad el pobre pibe no tenía realmente una habitación mejor donde dormir. Subiendo por la escalera la habitación principal, con un baño en suite. Tenían mis mismos azulejos y todo era azul también, pero la bañera era una especie de cuadrado de goma… Y la cama matrimonial ocupaba todo el espacio, con un acolchado celeste… no se, me desagradaba. Las alfombras tampoco se salvaban. Más arriba, otras tres habitaciones y el baño grande. Una de las habitaciones estaba ocupada por una adolescente haragana (como yo) en la computadora; las otras dos, vacías. Y por último, una escalera inestable encima de ¡UN TELEVISOR! Y varias cosas más… que llevaba al supuesto playroom. La escalera estaba contra la pared de tal manera que era prácticamente imposible pisar el primer escalón. Sólo subieron mi mamá y mi hermano, y, según ella, había dos chicas más ahí arriba. La situación me hizo acordar a la familia Weasley, ese caos de familia numerosa… no había ni espacio para transitar, parecía que pedíamos permiso a cada paso que dábamos, tampoco estaba la predisposición de mostrar la casa…
¿Y en cuanto a la mia? Apenas la tasamos y no concretamos con ninguna inmobiliaria todavía, pero se que tengo que empezar a hacerme a la idea de que dentro de poco voy a estar invadida por desconocidos, igual o más entusiastas, mientras la de la computadora con cara hostil voy a ser yo. A mi tampoco me resulta fácil abandonar el único hogar que conozco, y menos cuando los empleados de la inmobiliaria se retuercen las manos elogiando el lugar… y menos habiendo visto los desastres que las personas son capaces de hacer con sus casas… de pronto parece que lo que tengo vale oro, más allá del espacio (o la falta de él), el ruido y los factores con los que tengo que convivir día a día. De repente todo es perfecto: la ubicación, la distribución, las paredes, las alfombras que tanto me pidieron que no ensucie… Acá también hay recuerdos…
Pienso seguir escribiendo sobre este tema, al menos hasta que me mude. No tengo planeado visitar muchas viviendas más pero al menos una seguro. Lo bueno es que, después de tanto tiempo y aún teniendo otras obligaciones, me senté a escribir.
 
template by suckmylolly.com