Una vez vi un árbol especial. En él, todas las hojas estaban apiladas una sobre la otra. No se daban espacio, no podían hacer fotosíntesis ni absorber agua de las raíces. En otoño, todas las hojas caían de diferentes maneras. Algunas caían tan lento que no dejaban caer a las demás. Otras caían demasiado rápido y empujaban a las lentas. No había tolerancia en su copa, ni en sus ramas, ni en su tronco.
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