martes, 23 de febrero de 2010

Cambios que nunca se produjeron

Sólo escribí una historia sobre él, una historia con dos finales, pero los dos iguales. No es posible que el desenlace de esa historia sea diferente, ni siquiera en la ficción. El problema es que yo nunca me dejo llevar por la ficción, al menos no a tal grado. La esperanza en la realidad hace rato que se me acabó, pero en la ficción… en la ficción esperaba poder armar yo los hechos, ni siquiera me dio esa satisfacción. ¿Qué satisfacciones nos dan los creadores de anécdotas con finales infelices o sin principios prometedores? Lo único que se cumplió de todos modos es mi perseverancia infinita, ya que lo escribí hace unos tres años pensando en esta época, y ya llegué a la época, todos mis personajes cambiaron sus objetivos de vida, esos deseos del pasado parecen casi ridículos pero los míos… los míos siguen inútilmente en pie. Es casi injusto que no pueda reírme de mi ilusión infantil porque la sigo teniendo. Cambiaron los amigos, los códigos, las relaciones, pero eso aún no cambió. Ojala algún día suceda. Estoy esperando, impacientándome a cada momento, el día que me vea al espejo y pueda decir que eso definitivamente quedó en el pasado, el día que la hoja vuelva a estar en blanco y pueda volver a empezar a escribir, pero esta vez será sólo mi historia.




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