Sí, he llegado a estos extremos.

Me gusta pensar que sos el rubiecito tímido que no toma apuntes, que se va antes de la clase y que desilusiona a más de una los días que falta. Me gusta pensar que otras te desean... ¿Is that normal?

No se si es por venganza o por vanidad, me gusta pensar que otras intentan encontrar la forma de hablarte sabiendo que nunca van a tener oportunidad, me gusta pensar que sos el amor imposible de alguien que colecciona tus looks y tus miradas, que soy la novia odiada, la envidiada o la inexistente, porque se lo que se siente. Desearía estar cual mosquito, estar atrás tuyo todo el día y vigilarte. Pero no de una forma controladora, no de una forma avasallante, sino como un insecto curioso que te zumba de vez en cuando en el oído. Me gustaría estar en la cabeza de tus futuras alumnas, verte convertido en el intelectual apasionante cuya privacidad está restringida a las puertas del aula. Quisiera saber las cosas fuertes que tendrían para decirte, ya se, estoy completamente fuera de órbita, de tiempo y de lugar pero ésto es dejar volar la imaginación a extremos que solo yo puedo alcanzar.

Me manejas

Nunca un “Hola, qué tal”
O una charla casual
Siempre hay un maldito propósito detrás
¿Cuándo va a terminar mi esclavitud permanente?
¿Cuándo entenderé que no me sirve ser así de complaciente?

Preguntas recientes y del pasado
Se responden con un “No te conviene estar a su lado”
Ser insistente no me sirve tampoco
Pierdo más de lo que gano

Mis esfuerzos por salir airosa
Terminan en una anécdota desastrosa
Mi corazón se hace trizas
Tu ignorancia lo convierte en cenizas

No entenderás que te amo
Tampoco cuánto lo hago
Porque para vos el amor está al alcance de la mano
Pero yo cada día busco en vano
Alguien que me saque de tu reinado

Maldición, me sorprendes de antemano
Y no puedo negarme a tu deslumbramiento
Muchos pueden decir que es todo un invento
Sin embargo, sigo atrapada en este sentimiento insano

Stupid, stupid, stupid girl in love

Me gustaría tener una razón para permanecer en este lugar. Tus palabras me dan vueltas en la cabeza, como una polea que impulsa mis pensamientos, que me hace funcionar. Aunque las entiendo y las asimilo, se que nunca podré cumplirlas. Jamás me iré, a pesar de que ya no tengo razones para permanecer mirando la pileta vacía, desde el trampolín maldito, que no me impulsa. Jamás me iré, porque esa frase de “hay muchos peces en el mar” solo conforma a un infante encaprichado. Lo cierto es que si los hay, hay miles de ellos, pero no son tan bellos. ¿Quién querría observar uno gris y sin gracia mientras le pasa un pez payaso por al lado? No me importa la cantidad de individuos que existen en el mundo, solo estaría satisfecha con uno solo. Tampoco me interesa lo que piensen, nada más escucharía una voz. Y ese sonido leve sería capaz de calmar todos mis temores. Sin embargo, oírlo no significa seguir sus instrucciones al pie de la letra. No me alejaría aunque me lo pidiera. No apartaría mi vista ni un segundo, ni siquiera si me lo dijera mi sentido común. Niego que exista manera de hacerme convencer. Sólo la distancia y el tiempo, que tardan en llegar. Sólo el viento huracanado y la parca perspicaz.