Creo que me faltó solo una cosa: decirte gracias. Por ser tan tierno y no tratarme mal. El mundo está poblado de personajes que vapulean sin razón. La verdad siempre pensé que me ibas a destruir, que ibas a desoxigenarme a la primera de cambio, que ibas a cortar todas las arterias disfrutando del torrente de sangre que se desprendería de mí. Pero no, te lo reconozco. No te entiendo, eso es verdad. Pero se que sos bueno, y maduro, y sano. O al menos si no fuiste sano para mí fue mi culpa. Nunca me abrí demasiado a vos ni vos a mí, pero me trataste mejor que otra gente a la cual me entregué por completo. Si me hubieses dejado... no, tuvo que ser así. Ahora cuesta aceptar que lo supe siempre, digo, que nunca quisiste nada conmigo. Cuesta no poder sentarse a imaginar que en algún recoveco de tu alma (hermosa, pura, noble) me podrías querer un poquito. Pero es mejor así. La desesperación de saber que aunque haga lo que haga nunca te voy a poder tener sigue, incluso se multiplica. Pero es mejor así. Al menos gracias por ser sincero, por no ser un enfermo de mierda, por hacerme creer que existe la gente comprensiva todavía. Yo a vos te amo, pero no porque seas lindo, toques la guitarra, mires con esos ojos o digas esas palabras. Amo eso que está más allá de vos, y de mí. Es inexplicable sin dejar de ser cierto, y estoy segura de que es así.
Estas cosas y el tiempo
Hace 6 años
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